Cierre de listas, titulares y candidatos sin ideas

Por Matías Rodríguez*

Los liderazgos son construcciones en el tiempo, necesitan procesos de maduración y muchas veces van a contramano de las demandas de la sociedad. Cuando surgen como producto del nivel de conocimiento terminan desalentando la renovación hacia dentro de los partidos.

Que no se animan a salir de su propia trampa porque corren detrás del calendario electoral y que después de un uso excesivo de las castas y el nepotismo, se ven imposibilitados de renovarse no solo en sus cuadros sino también en sus ideas.

Los candidat@s surgidos del “panelismo” televisivo o de distintas disciplinas artísticas logran captar la atención del electorado, pero no mejoran la calidad de la política, porque su paso por la actividad, en la mayoría de los casos es fugaz. La liquidez del compromiso político repite el error de la improvisación. Acompañada por la inmediatez que imponen los nuevos canales tecnológicos de comunicación, se reducen ideas que necesitan desarrollarse en el tiempo y no estar presas de un “like”, sino del debate y la interpelación consciente y responsable a la sociedad.

Hay un vacío de circulación simbólica, que se cubre con la virtualidad tecnológica y la personalización, abandonando de esa manera las construcciones colectivas. Que sustituyen a su vez con un slogan, caracterizaciones políticas o conceptos como: derecha, centro izquierda, progresismo, neoliberalismo o capitalismo.  Esa carencia se sostiene en estructuras que priorizan las encuestas y el marketing por sobre el contenido.

Los medios cubren el escenario de debate convirtiéndolo en un “show” tras la ausencia de espacios que contengan procesos de discusión y participación necesarios para ofrecerle a la sociedad más que el color de pelo de un candidato. La crisis de representación convirtió a quienes ejercen el rol de comunicadores, en los nuevos representantes de la oxigenación política, pero en la mayoría de los casos derivan en maquetas ficcionales.

Los partidos ya no nominan candidat@s, sino que van desesperados tras ellos. Evadiendo las respuestas que la ciudadanía necesita, con anecdotarios personales. Buscan figuras que una vez puestas a declarar contradicen muchas veces, argumentos dichos por quienes los convocaron.

El ejercicio permanente del “sentido común” como una virtud intervino fuertemente en el proceso dado entre el 2015-2019 como sostiene Paula Canelo (1). Cambió una vez más el eje discursivo llevándolo hacia la meritocracia, el orden natural y la aspiración. Pero no mejoró ni la calidad de vida ni la política.

Alentar la renovación del sistema político no pasa solamente por el “metete a cambiarla desde adentro”, sino por otorgarle un carácter serio y positivo a la participación política. A nadie se le ocurriría mejorar el sistema de salud poniéndose a operar sin ser médico. La renovación vendrá del ejercicio de la incorreción política, de mantener la vigencia de viejas demandas e incorporar una nueva agenda. Y sobre todo de regenerar la legitimidad de los dirigent@s y su ejemplaridad.

  1. Doctora en Ciencias Sociales (FLACSO), Magister en Ciencia Política (IDAES – UNSAM) y Licenciada en Sociología (FCS – UBA). Además de ser Investigadora del CONICET da clases de grado y posgrado en la UBA y UNSAM.

*Periodista