Las diferentes secuelas del COVID

Por: Claudio Rosso *
Poco después de la primera ola de la pandemia de COVID-19 se empezó a observar que algunos pacientes presentaban síntomas persistentes tras la resolución de la infección aguda. Estas manifestaciones clínicas podrían constituir un nuevo síndrome post-infeccioso, similar a lo que ocurre en otras infecciones. En el momento actual es difícil distinguir si estos síntomas están relacionados con el propio virus, con efectos indirectos de la enfermedad o con el impacto que produce la situación de pandemia.
Independientemente de su relación, directa o no, con el SARS-CoV-2, estas alteraciones producen un impacto en la salud a medio y a largo plazo. En España se ha comunicado que 2-3 meses tras la infección, solo el 40% de los pacientes se han reincorporado a su actividad laboral.
Estudios poblacionales en Estados Unidos, en los que se comparaban cohortes de pacientes hospitalizados por COVID-19 con pacientes hospitalizados por otras causas (incluidas cohortes con infecciones virales), demuestran una necesidad mayor de asistencia médica posterior, e incluso un aumento de la frecuencia de reingreso hospitalario y de mortalidad.
Con más 370 millones de infectados por SARS-CoV-2 en todo el mundo , incluso con incidencias conservadoras del 10-20% de estas alteraciones clínicas, podríamos estimar que afectaría a unas 450.000 a 900.000 personas en nuestro país, un problema de salud relevante que exige una respuesta a nivel tanto científico como asistencial.
Con más de 18.000 publicaciones y 22 metaanálisis sobre el tema, se intercambian diferentes términos en la literatura, como COVID prolongado (long-COVID), síndrome post-COVID agudo (post-acute COVID-19 syndrome) o trastornos post-COVID (post-COVID conditions), con ausencia de una definición estandarizada, lo que implica la inclusión de diferentes cuadros clínicos.
En un intento de estandarizar los términos, los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos y la Organización Mundial de la Salud (OMS) plantean la utilización genérica de «post-COVID conditions» como un paraguas amplio para las consecuencias en salud que persisten tras 4 semanas desde la infección aguda. En cambio, el británico National Institute for Health and Care Excellence (NICE) propone como definición operativa el término “long-COVID”, que engloba los síntomas persistentes tras 4 semanas de la infección aguda con ausencia de un diagnóstico etiológico alternativo. Este término incluiría el término “sintomático en curso COVID-19”para los signos y síntomas entre las 4 y 12 semanas tras la infección aguda y el «post-COVID syndrome» para la persistencia durante más de 12 semanas.
Desde un punto de vista práctico, estas manifestaciones clínicas post-COVID podrían englobarse en las siguientes categorías:
- Secuelas: consecuencia del daño orgánico establecido tras la enfermedad aguda. Como más frecuentes se hallan los eventos trombóticos, psiquiátricos, neurológicos, pulmonares, cardíacos, renales y reproductivos. Estas manifestaciones probablemente no pertenecerían a un síndrome post infeccioso como tal, puesto que manifiestan un daño orgánico establecido en relación con la fisiopatología de la infección aguda.
- Derivadas de la propia hospitalización, y que serían comunes con otras enfermedades, como el síndrome secundario a hospitalización prolongada, entre las que destaca la afectación neuromuscular, fatigabilidad, alteraciones cognitivas o psiquiátricas. Es importante señalar que las medidas de aislamiento y la restricción de visitas en esta enfermedad pueden suponer un mayor impacto que la hospitalización convencional.
- Descompensación de enfermedades crónicas previas.
- Inicio de nueva enfermedad, la infección por COVID-19 podría actuar como desencadenante de otras enfermedades, ya sean autoinmunes, metabólicas o psiquiátricas.
- Toxicidad farmacológica: aunque poco referenciada en la literatura, es importante considerar los efectos de los tratamientos administrados durante la hospitalización.
Las manifestaciones clínicas que no puedan agruparse en estas categorías y que persistan en el tiempo serían las que constituirían el «post-COVID syndrome» como un síndrome post infeccioso propiamente dicho. Definir esta sintomatología con los datos de las series publicadas es complejo, dado que solo en un tercio de ellas se lleva a cabo una entrevista clínica presencial, y el tipo de evaluación realizada a los pacientes es muy diferente.
La sintomatología más frecuente, recogida por la OMS y los CDC, incluye la fatiga como el síntoma más característico (presente en el 60-70%), definida como cansancio intenso que interfiere con las actividades de la vida diaria. De fisiopatología desconocida, se ha comparado con la encefalomielitis miálgica o síndrome de fatiga crónica. La disnea, con oximetría, exploración radiológica y funcional respiratoria normal, con frecuencia asociada con tos y dolor torácico inespecífico, es característica y prolongada en el tiempo.
En el área neurocognitiva destaca la disminución de la capacidad de concentración (brain fog, niebla cerebral), alteraciones de memoria, cefalea y persistencia de ageusia y anosmia.
Los síntomas ansioso-depresivos, así como las alteraciones del sueño, son muy frecuentes. Otras manifestaciones son pérdida del cabello, artralgias, mialgias, taquicardia o alteraciones del ritmo gastrointestinal, aunque se han descrito más de 50 síntomas distintos.
Cualquier paciente puede presentar una COVID persistente, independientemente de la gravedad de la infección inicial, incluso los asintomáticos.
Aunque existen estudios contradictorios entre sí, parece que la gravedad de la infección aguda podría incrementar el riesgo.
La superposición de los síntomas y las definiciones utilizadas pueden explicar estas discrepancias. La edad no parece ser un factor de riesgo, pero sí el sexo, con predominio de afectación en mujeres.
No está clara la asociación con la comorbilidad, que puede comportarse como un factor de confusión en la interpretación de los síntomas. La influencia de las nuevas variantes virales o de la vacunación en la incidencia del síndrome post-COVID, sus características o su duración, no está determinada.
En cuanto a la incidencia, en una gran cohorte prospectiva ( The Lancet., 398 (2021), pp. 747-758) de más de 1.200 pacientes se describe la presencia de algún síntoma en más del 68 y del 49% de los pacientes a los 6 y 12meses, respectivamente.
La mayoría de los niños que se infectan con el virus de la COVID-19 tienen apenas una enfermedad leve. Pero en el caso de los niños que desarrollan el MIS-C (síndrome inflamatorio multisistémico pediátrico), se inflaman gravemente algunos órganos y tejidos, como el corazón, los pulmones, los vasos sanguíneos, los riñones, el aparato digestivo, el cerebro, la piel o los ojos. Los signos y los síntomas dependen de las partes del cuerpo que hayan sido afectadas.
Los signos y síntomas del síndrome multisistémico inflamatorio pediátrico (MIS-C) incluyen los que aparecen abajo, aunque no todos los niños presentan los mismos síntomas.
- Fiebre que dura más de 24 horas, vómitos, diarrea, dolor de estómago, sarpullido, cansancio inusual, taquicardia, ojos rojos, enrojecimiento o hinchazón de los labios y la lengua, enrojecimiento o hinchazón en las manos o los pies, dolor de cabeza, mareos o aturdimiento, agrandamiento de los ganglios linfáticos.
El MIS-C es poco frecuente, y la mayoría de los niños que lo tienen con el tiempo mejoran, gracias a la atención médica. Pero algunos niños empeoran rápidamente, al punto en que peligra su vida.
- Signos que advierten que se trata de una emergencia son: Dolor intenso de estómago, dificultad para respirar, piel, labios o lecho de las uñas de color pálido, grisáceo o azulado, según el tono normal de la piel, confusión repentina, incapacidad para despertarse o permanecer despierto
En conclusión, el síndrome post-COVID constituye un problema de salud relevante que precisa una respuesta global por parte de la sociedad, a nivel de investigación, gestión sanitaria e información.
* El autor es Asesor en Riesgos del Trabajo