Los antecedentes del conflicto entre India y Pakistán en Cachemira, dos potencias nucleares en tensión desde 1947

El conflicto entre India y Pakistán por el control de Cachemira perdura desde hace más de setenta años. Comenzó con la división de la India británica en 1947 y desde entonces ha sido el detonante de varias guerras, incontables tensiones diplomáticas, enfrentamientos armados y una continua militarización de la región.

Cuando se produjo la partición de la India, el marajá de Jammu y Cachemira —un estado principado con mayoría musulmana pero gobernado por un hindú— decidió integrar su territorio a la India, lo que provocó la primera guerra entre ambos países. En 1949, las Naciones Unidas establecieron una línea de armisticio que dividió el territorio: al norte, Azad Cachemira, bajo control paquistaní; al sur, Jammu y Cachemira, bajo administración india. Ese referéndum prometido por la ONU para definir el destino del territorio aún no se ha celebrado.

Desde entonces, el conflicto ha evolucionado en forma de enfrentamientos armados, como la guerra de 1965, iniciada por la infiltración de insurgentes paquistaníes bajo la llamada Operación Gibraltar, y la de 1971, que aunque no centrada en Cachemira, derivó en la independencia de Bangladesh. En 1999, el conflicto de Kargil volvió a colocar a ambas potencias nucleares al borde de una guerra abierta.

El conflicto también ha tenido una dimensión interna. A finales de los años 80, surgió en la Cachemira india un movimiento armado separatista, en parte alentado por la política de Islamabad. El Gobierno indio cifra en unos 40.000 los muertos por la violencia desde entonces, aunque organizaciones de derechos humanos elevan la cifra a más de 75.000 y denuncian prácticas como desapariciones forzadas, tortura y represión sistemática.

Los intentos de diálogo han sido frecuentes pero infructuosos. En 2003 se firmó un alto el fuego en toda la línea de control, y en 2006 India y Pakistán retomaron conversaciones de paz en La Habana. Sin embargo, los atentados de Bombay en 2008, con 166 muertos, llevaron a una nueva suspensión del proceso de paz. Desde entonces, los vínculos bilaterales se han deteriorado nuevamente, con acusaciones cruzadas por ataques terroristas y represión en el valle de Cachemira.

En los últimos años, la región ha vuelto a tensarse. En agosto de 2019, el gobierno del primer ministro indio Narendra Modi revocó el estatus especial de Jammu y Cachemira, lo que profundizó el malestar entre la población musulmana y provocó una dura reacción por parte de Pakistán.

La rivalidad entre ambos países no puede analizarse al margen del tablero geopolítico internacional. India y Pakistán son dos potencias nucleares situadas en una región estratégicamente clave para los intereses de potencias globales como Estados Unidos, China y Rusia. Mientras India se ha ido alineando progresivamente con Washington en materia de defensa y tecnología, Pakistán ha fortalecido sus vínculos con China, que también mantiene un litigio territorial con India en la región de Aksai Chin.

Los vaivenes de la política europea también inciden sobre el conflicto, aunque de forma más indirecta. La reciente inestabilidad política en Alemania, donde el nuevo canciller asumió con una mayoría parlamentaria muy frágil y bajo la presión de fuerzas de ultraderecha, podría limitar el margen de maniobra de la principal economía europea en el escenario internacional. En este contexto, la capacidad de Europa para actuar como actor diplomático o mediador en conflictos complejos como el de Cachemira se ve reducida, en un momento en que Estados Unidos ha reforzado su presencia militar en Asia y China continúa proyectando poder regional.

Así, la disputa en Cachemira no es solo un problema bilateral entre India y Pakistán: es un epicentro de tensión geopolítica en una región donde convergen intereses económicos, estratégicos y militares de las principales potencias del siglo XXI.