La reforma del Consejo de Seguridad de la ONU, un pedido que resurge

En la Asamblea General que fue esta semana, el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski fue uno de los líderes que propuso cambios en el máximo órgano, que está integrado por cinco miembros permanentes, con derecho a veto -Rusia, Estados Unidos, Francia, Reino Unido y China- y otros diez rotativos, electos cada dos años.

La Asamblea General de la ONU fue esta semana el escenario en el que países como Estados Unidos, Brasil y Ucrania reiteraron su voluntad de modificar el Consejo de Seguridad, a fin de que sea más representativo de un nuevo ordenamiento global, pero analistas apuntaron a Télam que no existe un acuerdo respecto al «criterio» para cambiarlo y que sigue funcionando «para lo que fue diseñado».

El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, fue uno de los líderes que propuso en Nueva York cambios en el máximo órgano de la ONU, que está integrado por cinco miembros permanentes, con derecho a veto -Rusia, Estados Unidos, Francia, Reino Unido y China- y otros diez rotativos, electos cada dos años.

En concreto, el mandatario criticó que Rusia, que en febrero de 2022 lanzó una invasión a su país, siga siendo uno de los cinco miembros del Consejo de Seguridad con derecho a veto y aseguró que ese «poder” en manos del “agresor” es lo que llevó a la ONU a «un punto muerto» y pidió que se despoje a Moscú de esa capacidad.

«Los soldados ucranianos están haciendo con su sangre lo que el Consejo de Seguridad de la ONU debería hacer con su voto», dijo Zelenski el miércoles.

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, además de prometer “reformar” el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI), planteó ante la Asamblea la necesidad de «tener más voces y más perspectivas en la mesa» del Consejo de Seguridad.

Por su parte, el mandatario de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, que insiste desde hace tiempo en la necesidad de reformar el órgano de la ONU para incluir a otras regiones y dar a su país un asiento, consideró esta semana que «ha ido perdiendo progresivamente su credibilidad”.

“Su parálisis es la prueba más elocuente de la necesidad y urgencia de reformarlo, dotándolo de mayor representatividad y eficacia”, dijo.

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Los discursos de los líderes exponen dos argumentos principales para reformar el Consejo de Seguridad, que es el único órgano de la ONU que tiene poder para crear derecho internacional vinculante y que para ello no solo debe reunir el apoyo de al menos nueve miembros, sino que además no puede tener ningún voto del «grupo de los cinco» en contra.

Por un lado, algunos mandatarios critican que los cinco miembros permanentes tengan poder de veto, porque eso puede impedir la acción de la ONU en los casos en que ellos son protagonistas de hechos internacionalmente condenables.

Ese poder de veto, impide, por ejemplo, que Rusia sea expulsada de la ONU, porque esa acción requiere la acción del Consejo de Seguridad.

Otra demanda de cambio se sostiene en que el órgano es una de las estructuras institucionales que reflejaron el orden internacional resultante de la Segunda Guerra Mundial, pero que ese orden ha cambiado y es necesario incluir más voces.

“El Consejo de Seguridad son los ganadores de la Segunda Guerra Mundial y siempre ha habido un debate respecto a si eso es más estable o menos estable. La mayoría de la literatura tiende a decir que la época de la Guerra Fría fue una etapa estable por la disuasión nuclear. Ahora bien, desde 1984 se viene planteando su reforma y nunca se pudo acordar sobre qué criterio”, dijo a Télam Rut Diamint, investigadora principal del Conicet en temas de defensa y seguridad.

En esa falta de criterio común, recordó que Japón ha sostenido desde los años 80 que debía ser miembro del Consejo por su “contribución a Naciones Unidas, porque era un gran contribuyente”, mientras que Brasil ha argumentado su necesidad de inclusión por su peso propio.

“Nunca hubo un criterio que mínimamente tuviera la aceptación de la mayoría y ahora sigue siendo lo mismo”, dijo la exasesora de la Secretaría General de la ONU en temas de desarme.

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A la vez, sostuvo que la argumentación de Zelenski acerca de que Rusia traba cualquier posibilidad de negociación no es un “motivo para generar un cambio”.

En tanto, el secretario académico del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI), Juan Battaleme, dijo a esta agencia que cuando el Consejo de Seguridad trata temas que “involucran a los grandes poderes” con derecho a veto “está diseñado para quedar paralizado y que la respuesta sea diplomática, de negociación entre grandes poderes, que es lo que se ve en Ucrania o se puede llegar a ver en Taiwán”.

«El Consejo de Seguridad funciona para lo que estaba diseñado, que era para prevenir en esencia un nuevo (Adolf) Hitler, un nuevo actor que saque los pies del plato y que trate de construir una hegemonía a través de una guerra. Como todos los actores que pueden ser hegemónicos están dentro del Consejo, entonces ¿para qué reformarlo? Eso les da un status quo de base», expresó Battaleme.

“Todos los que están abajo dicen: ¿y entonces para qué sirve? Sirve para todos los otros temas de seguridad internacional, en lo cual los grandes poderes no tienen intereses directos”, agregó.

En la misma línea, Diamint comentó que, más allá de Ucrania, “en otros casos ha sido efectivo porque no era un interés directo ni de Rusia, ni de Estados Unidos, ni de sus aliados, y, por lo tanto, daba resoluciones que de alguna manera ayudaban a encontrar un sistema más pacífico”.

Y frente a la pregunta de por qué el organismo no tiene una mayor intervención, aclaró que “Naciones Unidas no es más que lo que los actores permiten y los actores, que son los Estados, no quieren que haga más”.

En cuanto a la prefiguración de un nuevo orden global, que presiona por mayor representatividad, Battaleme destacó la configuración de un momento signado por “dos grandes poderes, China y Estados Unidos, que no se sabe si van a llegar el estatus de superpotencias como las que hubo durante la Guerra Fría”, y que en otro nivel, hay “múltiples poderes menores”.

En ese reordenamiento, aún incipiente, las demandas de retirar el derecho a veto a Rusia aparece como una propuesta sin consensos claros e incluso, las modificaciones al sistema actual, según algunos analistas, podría dar lugar a un momento de inestabilidad.

“Hay muchos países que consideran que eso sería de alguna manera abrir una caja de Pandora y que estos vetos mutuos terminan siendo más estables que cualquier otro cambio”, reseñó Diamint.

Además, las propuestas de modificar el organismo no lo cuestionan en su totalidad, ya que los países sostienen que debe ser reformado, pero no su impugnación total.

“Es una institución de la que todavía los grandes poderes o poderes regionales quieren ser parte”, dijo Battaleme, que apuntó que la demanda de reforma “siempre está, pero nunca sucede”.

Sin embargo, Estados Unidos parece tomar nota de las demandas que se escucharon en foros como el de los Brics, en el que no participa.

Según medios como The Telegraph, Washington apoyaría el ingreso de «cinco o seis países» que podrían ser India, Brasil, Alemania, Japón y Sudáfrica, pero no se sabe si tendrían o no derecho a veto.

Una reforma del Consejo de Seguridad implicaría además una enmienda a la Carta de Naciones Unidas, que podría ser vetada por alguno de los miembros permanentes.

«Es un periodo que va a poner sobre mucho estrés a las Naciones Unidas en términos de las tensiones entre los grandes poderes que no están satisfechos con el status quo internacional. Van a mostrar su parálisis. Esa insatisfacción se va a hacer mucho más evidente y va a haber una crisis de legitimidad en el Consejo de Seguridad, pero no veo que se vaya a desarticular como tal», estimó Battaleme.

Télam